Real como la vida misma... Yo hablaba y los cuatro teleñecos cacareaban.Salud Loam!
Y los hilos que los movían se perdían, más allá del plató, en lujosas estancias lejanas.Salud Ángel!
La publicidad era engañosa y apta para todos los públicos.
Y tan obscena como pueril.
Real como la vida misma... Yo hablaba y los cuatro teleñecos cacareaban.
ResponderEliminarSalud Loam!
Y los hilos que los movían se perdían, más allá del plató, en lujosas estancias lejanas.
EliminarSalud Ángel!
La publicidad era engañosa y apta para todos los públicos.
ResponderEliminarY tan obscena como pueril.
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