Imaginado
inventor imaginándolo todo para hacerse compañía. En la misma obscuridad
ficticia que sus ficciones. En qué postura y si en la misma o no que el oyente,
aún no imaginado definitivamente. ¿No es bastante uno inmóvil? ¿Por qué
duplicar ese factor concreto de consuelo? Entonces, que se mueva. Sin
exageración. A gatas. Un gatear moderado, con el torso bien separado del suelo
y los ojos mirando al frente vigilantes. Si eso no es mejor que nada, anularlo.
De ser posible. Y en el vacío recuperado, otro movimiento. O ninguno. Con lo
que sólo quedará por imaginar la posición más útil. Pero, por seguir adelante,
que gatee. Gatee y caiga. Vuelva a gatear y vuelva a caer. En la misma
obscuridad ficticia que sus ficciones.
Samuel Beckett (de su libro Compañía)
Así hasta comprender su naturaleza quebrantable con todas sus ficciones.
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